Cada día que pasa te haces mayor. Tus cabellos han tomado un color a sal
y pimienta que te hacen notar más el resto de signos de la edad. En
este pasar del tiempo comprendes afirmaciones como "que sea mayor no
quiere decir que no sea un delincuente", como dijo un policía nacional
en relación a las muchas cargas indiscriminadas contra manifestantes en
éste nuestro amado país, adalid de la libertad, paladín de la democracia
y refugio espiritual de Europa, nuestra querida España.
Ahora
comprendo que esta afirmación es cierta, porque por mucho tiempo que
pasa sigo teniendo claro un par de cosas, la primera es que la propiedad es
un robo, un delito equiparable a lo más grotesco que se pueda imaginar,
ya que es la causa de que tantas miles de millones de personas sufran a
diario el hambre y la desesperación. Otra cosa es que el hecho de
envejecer no implica madurar. Por muchos años que pasen el que es un
egoísta, egocéntrico y egomaníaco, por desgracia, si no se esfuerza en
evolucionar, en ponerse en lugar del otro, nunca lo hará. Llegarás a
tener 900 años más que Matusalén y no habrás alcanzado la madurez,
entre otras razones, porque nunca te has preguntado ni preocupado por
ello.
Evidentemente, es prácticamente imposible llevar una vida
coherente con unos principios y valores, sobre todo si quieres dártelos
tú mismo. El que es cristiano se cansa de poner la otra mejilla, por no
decir de la facilidad con la que juzgan al prójimo... El ateo se ve más
de una vez sujeto a una creencia sin fundamento, incluso dando
sacramentos a sus hijos porque así lo dictamina la sociedad. El rico se
abruma ante la pobreza que le rodea, el pobre se ríe del sufrimiento del
rico olvidando que es el mismo. En fin, que ni por tener cien años ni
cinco carreras vas a tener más autoridad moral, pues los actos se juzgan
con los hechos, y la ética que no se convierte en moral, la ciencia sin
praxis, el amor sin orgasmo, no es más que el círculo inacabado, incompleto y, por
tanto, inmaduro. Y la edad no sirve para medir la madurez, ni prácticamente nada, salvo el tiempo que llevas devorando y defecando tu vida.
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