Heráclito dixit:

"Si la felicidad residiera en los placeres del cuerpo, proclamaríamos felices a los bueyes cuando encuentran para comer arvejas amargas"

3 oct 2015

"¡Ya eres un hombre!"

A mis treinta y cuatro primaveras he conseguido un contrato laboral con fin indefinido, por supuesto, no es en nada relacionado con la filosofía, y no me importa.
El caso es que la observación de uno de mis compañero me hizo recapacitar sobre todo lo que conlleva el acceso al trabajo en nuestra sociedad. Ciertamente, ser un hombre o ser una persona no es algo que ya tengamos dado por principio, como si se tratase de nuestra esencia o como un derecho inalienable. Ni mucho menos, sino todo lo contrario, hay en nuestro mundo infinidad de seres infra humanos, que aun no han alcanzado su estatus de persona.

Al hacerse público y firme mi nueva condición laboral, uno de mis compañeros me dio la mano y me dijo: ya eres un hombre.

En ese instante me vino a la cabeza los vagos recuerdos de mis lecturas sobre antropología, la famosa pregunta kantiana "qué es el hombre" y los millones de parados, jubilados, niños y discapacitados de mi país, y por extensión del planeta. Hasta ese momento jamás habría contestado a la pregunta kantiana diciendo un hombre es una obrero, es más, un obrero asalariado. Soy obrero, mi conciencia de clase así me lo recuerda cada día, pero no es eso lo que me hace hombre.

Posiblemente el comentario no fue hecho con la intención de hacerme interpretar mis pocos recuerdos filosóficos, ni tan siquiera sería sincero. No lo sé ni lo sabré porque no se lo preguntaré. Pero el caso es que estoy bastante seguro de que para muchos de mis congéneres eso es una verdad fundamental, de ahí las depresiones y suicidios sufridos desde el comienzo de la "crisis" financiera en la que llevamos casi una década y que ha generado el nivel de paro y diferenciación social que sufrimos.

En fin, no pienso que el trabajo signifique ser hombre,  ni tan siquiera ser humano o persona. Si acaso significa que tienes la oportunidad de acceder a la riqueza social de una formar estandarizada, aunque no esterilizada, trabajar o no hacerlo es algo azaroso. Lo que sea el hombre debería ser algo más, y el acceso a la riqueza debería también estar asegurado, pero se ve que no es eso lo que hay en las cabezas de mis vecinos.

Me puso lo pies en el suelo y ver qué tipo de idiosincrasia nos define.