Heráclito dixit:

"Si la felicidad residiera en los placeres del cuerpo, proclamaríamos felices a los bueyes cuando encuentran para comer arvejas amargas"

30 may 2014

Un mal sueño.

Ayer tuve un sueño, un mal sueño.
La escena era de película americana: una familia en un salón comedor hablando de política y sobre la situación social. Era una casa de esas que siempre salen con su jardincito, de madera, y en una zona residencial. Todos, o al menos los que yo recuerdo, eran hombres, aunque había esencia femenina. De pronto, alguien llama desde la ventana, y uno de los hombres del salón, posibliemente yo, dice "no hay trabajo". El ruido de la ventana cesa momentáneamente, todos en la familia siguen erre que erre arreglando el mundo. De pronto el ruido vuelve de forma más intensa y agresiva, pero son voces de niños que gritan y piden y moestan. Total que salgo para decirles que se vayan a molestar a otra parte. En este punto, uno de los niños me saca una pistola, el pánico se apodera de todo el mundo, incluso de los niños. Los otros dos también van armados. Me acerco a uno de los niños, le agarro la pistola y le digo "¿es que no sabes quienes son los nazis? Si nos hacéis algo irán a por vosotros", los niños salen disparados corriendo.
Me despierto y paso todo el día dándole vueltas.

Sobre la legitimidad.

Legitimidad es un término que suele ser usado en "ciencias" políticas, los medios de comunicación y en algunas conversaciones seseras con amigos de la facultad en las reuniones navideñas.
No me gusta hablar de la política como una "ciencia", porque me gusta dejar este término para las ramas dedicadas a la parte formal del pensamiento, como la lógica o la matemática. Si bien es cierto que sobre la política hay un gran material y negar su parte "científica" sería un error. A mí me gusta hablar de la política como la facultad innata del ser humano para razonar con sus vecinos, los buenos vecinos y los hostiles.
En toda conversación que se precie, al hablar sobre legitimdad, no pueden faltar pensadores como Hanna Arendt, Hambermas, Cicerón, Aristóteles.... Un sin fin de ellos. Por suerte hemos podido generar, y generamos, gandes personas que piensan y discuten por nosotros. En mi calle algo es legítimo si hay una base para la acción. Si quieres aparcar tu coche legítimamente si vas delante mía y el hueco lo encuentras tú la legitimdad de usarlo es tuya, auqnue sea en el portón de mi bloque. O si se te cae la cartera, tienes legitimidad plena de reclamarla. Cosas así, facilonas, del día a día. Podríamos poner ejemplos de hermanos, novios, matrimonios, etc.
¿Qué pasa con la legitimadad política? Ésta es la que solemos escuchar en los mass-media, y sobre la que pasamos buenos ratos con los amigos.
En principio no pasa nada, también podríamos aplicar el principio anterior de "algo es legítimo si hay una base para la acción". El problema viene cuando tal o cual decisión política nos afecta. Si nos suben los impuestos, o nos echan del trabajo, o nos quitan los bonos del bus, etc. En ese momento resulta que se nos enciende la bombilla y vemos la ilegitimidad de ese acto. Cuando los actos ilegítimos se cometen sobre otros, normalmente, en mi calle, no pasa nada. Ahora bien, no debemos confundir legitimdad con justicia o cualquier otra cosa. Ya hemos dicho que legitimidad es cualquier cosa que pueda tener una base para la acción, en este punto cabe preguntarse qué es esa cosa, cuál es la base para la acción.
Resulta que aunque tengamos muy claro por qué lo que hacemos a diario tiene una cierta legitimadad,  nos sorprende cuando alguien nos para los pies y dice "por ahí no". Toma, resulta que la base que posibilita la acción es compartida. Que cuando no nos ponemos de acuerdo sobre la legitimidad de tal o cual cosa es cuando vemos que lo compartido está dejando de ser equitativamente compartido. Por lo tanto, para que haya legitimidad primero ha de haber, si no acuerdo sí que, al menos, carga cultural. Una cosa que determine un criterio para comenzar. Y en política, hoy por hoy, es el voto.
Otra cosa es lo que el voto sea, o lo que el voto represente, y hasta dónde llegue la legitimadad.
Podemos decir que la legitimidad es esa capacidad de actuar sobre algo con un sustrato cultural previo, o un acuerdo, con consentimiento entre las partes. Por desgracia también entre las partes que ni dieron su consentimiento ni se lo pregutnaron.

20 may 2014

La dificultad de hacer

La naturaleza humana es algo tan esquivo. Cuando uno se para a pensar seriamente sobre nuestra naturaleza, su origen, su finalidad, va cayendo de contradicción en contradicción. Cuando hemos superado una piedra tropezamos con otra. En el desarrollo lógico de toda explicación hay un punto desde el cuál todo lo que se dice está dentro de la especulación. Sobre este aspecto nos avisa Espinosa en su Ética. En la búsqueda de una explicación anterior, hay quien introduce ideas supersticiosas y viciadas para satisfacer su necesidad, para justificar su acción. Mientras tanto, poco a poco, vamos intentando hacer nuestra vida, hacer y hacer, porque dejar hacer, o deshacer e incluso no hacer, está prohibido. Si te paras, si piensas, te asustas porque descubres que no es tu vida, no son tus pensamientos, y lo peor, descubrir que el miedo tampoco es tuyo. Verte sentado en tu habitación, escribiendo, leyendo, amando la vida de otro, una vida programada, no por Dios o algo que pudiera dar glamour o sentido estético o ético, no. Programado por algo más bajo, más mezquino, más humano. Y no poder, en fin, zafarte de las cadenas que tú mismo te has atado.

Entre la grandeza y los logros del ser humano encontramos NADA.

Entre la grandeza y los logros de uno mismo encontramos NADA.